¿Para qué sirve rezar?









1. Si tuviera un poco más claro lo que es “ser católico”, a lo mejor hasta me animaría la idea de serlo; sin embargo, todo el esfuerzo que podría costarme llegar a vivir ese tipo de vida… cambiar tantas cosas me desmotiva; incluso puede parecer imposible. Te repito el ejemplo de Frodo, un hobbit inútil, como cualquiera: para él era imposible salvar al reino de Gondor, y menos aún llegar a Mordor . Pero contaba con la ayuda de amigos que hicieron posible lo imposible. Y nosotros contamos con la ayuda de Dios. ¿Hay un amigo mejor para llevar a cabo esto? ¿Hay algo imposible para Dios?


Nadie se cuestiona la utilidad de comer o respirar. Podemos decir que es algo más que útil: es necesario ya que no realizarlo acarrea inexorablemente la muerte. Lo mismo ocurre con la necesidad de rezar para un católico. Esta sencilla analogía puede servir para explicar por qué hay católicos que en la práctica no lo son: porque no rezan. Su fe está muerta, así como lo estaría su misma vida por no comer. Este es el marco verdadero para explicar la vida del católico y su relación con la oración .


Esta es la única razón para explicar por qué hay católicos que si viven como tales y por qué hay otros que no lo hacen. Sencillamente porque rezan.



2. Rezar, ¿qué es esto de rezar? Jesús rezaba; ¿te acuerdas que se habla de cierta “Oración en un huerto” ? ¿Te acuerdas cuando los discípulos de Jesús luego de verlo rezar, le piden que les enseñe a hacer oración ? Rezar, orar, meditar… son sinónimos para referirnos a este sencillo hecho de comunicarnos con Dios. Jesús hablaba con su Padre. Y ese ejemplo es el que seguimos nosotros. ¿Y por qué hablar con Dios? ¿Para qué?

Voy de nuevo con las respuestas de mis amigos (respuestas de hobbits): si Dios es Dios, sabe lo que necesito, sabe lo que le voy a decir, y sabe si me lo va a dar o no. Luego, la oración es una pérdida de tiempo.


Hace muchos años yo di una respuesta muy similar a uno que me animaba a rezar un poco todos los días. Me dijo lo siguiente: “¿tu mamá te pregunta que hiciste en el colegio cuando llegas a tu casa en la tarde?” Si, le contesté. “¿Y acaso ella no lo sabe?” Pienso que sí, o al menos puede suponer muchas cosas, volví a decirle. Me dijo entonces: “lo que pasa es que quiere que se lo cuentes tú, con la forma que solo tú puedes contarlo, con las impresiones y énfasis que solo tu das”. Eso me abrió los ojos a dos cosas: Dios quiere que yo le cuente mis cosas, y también, que yo soy importante para Él, Pienso que fueron dos grandes descubrimientos en mi vida, y que le dieron un curso completamente nuevo.


Me gustaría intentar hablar un poco ahora sobre la oración, sobre lo que es rezar. Siempre me ha parecido importante partir explicando el lugar que ocupa en el Catecismo . Como vimos en el capítulo anterior, el catecismo es un libro que compendia lo que hay que creer sobre Dios, lo que hay que hacer para llegar al cielo y el modo que tiene Dios de relacionarse con nosotros; Dicho en palabras más exactas: los dogmas, los mandamientos, los sacramentos y la oración cristiana. La última parte del catecismo está dedicada a la oración.


Ahora, volvamos un poco más atrás: aunque ya decir que es necesaria para mantener a un católico vivo en su espíritu (aunque no sea la única)  es más que suficiente, hay más, mucho más que decir de la oración. Dice ahí, en el Catecismo, como Dios busca al hombre para hablar con él, como toma la iniciativa; habla del bien que se produce en el alma del que hace oración; explica cómo la oración ayuda a resolver problemas cotidianos y particularmente difíciles. No deja de mencionar las dificultades que uno se enfrenta al intentar dialogar con Dios. En definitiva, si quieres profundizar en este tema, puedes ir al catecismo y aprender ahí muchas más cosas de las que yo puedo decir acá.



3. En la vida diaria, cada uno se relaciona con personas. Normalmente tenemos más ganas de conversar con aquellas a las que les tenemos más cariño: saber cómo están, sus gustos, o cualquier cosa que nos puedan contar de sí mismas… todo nos interesa. ¿Has pensado alguna vez que esto lo puedes aplicar a Dios? Si logramos saber y dimensionar todo lo que nos quiere podemos intentar descubrir aspectos de su vida y, por qué no, pedirle que nos hable y cuente cosas. Ahí comenzamos a rezar de verdad. Luego, rezar es hablar con Dios: a veces hablaremos con Él como Padre, como amigo, como…  y también como Dios, con todo lo que eso significa.


Algunos pueden creer que esto es de locos: “hablar con Dios”. Pero si tenemos claro que Dios es un Dios personal, que por medio de su Hijo y del Espíritu Santo vivió y vive entre nosotros, que nos quiere como un papá o mamá quiere a su hijo, que se interesa por lo que nos pasa como un buen amigo, entonces hablarle no nos resultará extraño.


En la película “El violinista en el tejado”  Tevye le va hablando a Dios constantemente sobre las decisiones que toman ambos, Dios y él… es un buen ejemplo de la manera de dirigirse a Dios. El tema es que, si no hablamos con Dios, si no le contamos nuestras cosas, si no nos ponemos en una disposición de diálogo con Él, será más difícil escucharle cuando nos diga algo. Porque entre otras cosas, Dios es muy respetuoso de nuestra libertad.


Y cuándo he visto a una persona rezar el rosario, ¿eso también es rezar, es oración? Si, también. Una vez me contaron cómo el hermano pequeño de un amigo recibió como regalo de navidad un bote inflable. Este niño era el menor de sus hermanos, y con diferencia, siendo por eso especialmente regalón de sus papás. El entusiasmo del niño al ver la imagen del bote sobre el agua en una fotografía de la caja no hacía más que ponerlo ansioso por ver “su bote” inflado y sobre el agua de una piscina, de modo que inmediatamente pidió a su papá que lo inflara. A medida que este se iba hinchando, el niño iba preguntando si ya se podía subir. El padre, agotado por tener que estar inflando el regalo tan temprano, y un 25 de diciembre luego de trasnochar bastante, no le hacía ninguna gracia las insistentes suplicas del niño por subirse al bote. Sin embargo, a la décima vez (como las 10 Ave Marías de cada misterio del Rosario) que el pequeño niño pidió subirse al bote, el papá lo tomó, lo sentó dentro, y siguió inflando el bote con algo más de paz.


A veces rezar es repetir, insistir con una oración compuesta, como el rosario por ejemplo, hasta conseguir algo de Dios. Por eso la gente reza así también. Una idea clara y fija, y luego una oración vocal repetida con insistencia. “Dios no se deja ganar en generosidad” , y si yo dedico tiempo y esfuerzo a rezar con una intención específica, Dios siempre nos dará algo. Es posible que no sea lo que pidamos… porque a veces no nos conviene recibir lo que estamos pidiendo. Pensemos en Jesús, que en el huerto de los Olivos pidió no sufrir la Pasión, pero inmediatamente agregó que antes que hacer su voluntad se sujetaba a la voluntad de Dios. Siempre que rezamos, el primer fruto es este: identificarse con la voluntad de Dios, querer lo que quiera Dios; así, junto con manifestar nuestra fe en Dios nos viene después una gran paz.


¿La razón de esto? Dios sabe más, sabe lo que nos conviene. A veces las cosas no son como se las pedimos a Dios y tiempo después vemos que Él tenía mucha razón en no hacernos caso.



4. Si tuviéramos que dar unos pocos y sencillos consejos de lo que un católico debiera hacer en su vida, podemos decir que para alcanzar una vida más plena debería, sobre todo hacerse amigo de Jesús. Y hay varias razones para esto. En primer lugar, Él es muy buen amigo: es de los que se preocupan siempre por uno, y se adelantan a nuestras necesidades; nos trata con cariño, y está siempre a nuestra disposición; no traiciona y podemos contar con él siempre para todo. Para hacerse amigo de Jesús, hay que tratarlo (me refiero a conocerlo y relacionarse con El), para lo que hay que ir a verlo, hablarle, contarle cosas. Cuando vas a misa tienes la posibilidad única de unirte a Él por medio de la Eucaristía. Y es que cuando comulgamos lo tenemos dentro de nosotros. Parece una mentira, pero es parte de nuestra fe; de ahí sale la fuerza, la ayuda, los mejores consejos para sacer adelante todos mis proyectos, desde los más básicos hasta los más sobrenaturales y trascendentes. Ser amigo de Jesús es tener un gran amigo en el cielo, donde esperamos llegar, y donde es Jesús quien quiere que lleguemos y nos va a dar todas las ayudas que nos hagan falta.


Lo propio de la amistad es ser reciproca ; no puedo decir que soy amiga de Emma Watson o de Ed Sheeran si es que no me conocen. Para ser amigo de alguien debe haber cosas en común, experiencias, historias que nos unen. Mi amistad con Dios puede estar recién comenzando (o a lo mejor ya llevamos un tiempo recorriendo la vida más juntos). Te sugiero algunas ideas para tener esta historia: lo primero es el tiempo, pasar ratos juntos. Esto es fácil, porque Dios está siempre a nuestro lado, por lo que no nos debiera costar dirigirnos a Él; en nuestras conversaciones, sinceridad, decirnos las cosas (lo que veo en mí, lo que espero de Él, y, en fin, cualquier cosa que puedan conversar dos buenos amigos), y luego, como cualquier amistad, la lealtad es clave. Es verdad que con algunos amigos uno puede no verlos en años, y cuando se reencuentran y parece que no ha pasado el tiempo. En esos casos si hubo un período donde la amistad fue intensa y profunda. A lo largo de los años, he podido comprobar quienes son buenos amigos por aquello que son capaces de hacer por mí, desde favores hasta darnos las sorpresas más agradables y sencillas. 


¿Dios espera de mi alguna manifestación concreta de amistad? La respuesta es sí, obviamente; es mi Amigo. Y ese trato de amistad se concreta de muchas maneras. Y todas ellas son maneras distintas de rezar.



5. ¿Aún no te convences de la necesidad de rezar y ser amigo de Jesús?; puede ser. “¡Pero si Dios quiere infinitamente a un terrorista, lo mismo que al Papa!”, me gritó una persona. Este es un argumento válido ya que Dios sólo puede amar así: infinitamente. Pero eso no hace que mi actitud le sea indiferente; ese argumento solo apoya la idea de un Dios lejano… y sabemos que Él no es así. Entre otras cosas porque el infinito amor de Dios por cada uno llega al nivel de dar su vida por mí, aunque no existiera nadie más. Una mamá que quiere a su hijo con todo el amor que es capaz, puede ser despreciada por su hijo, tratada con frialdad… pero eso no mejora al hijo, sino que muy por el contrario, lo destruye por dentro y el hijo se priva a si mismo de disfrutar todo el amor que ella le da .


Ser amigo de Jesús, es saber que tendremos a un amigo que nos va a entender siempre, y que nos va a tender una mano para levantarnos cada vez que se lo pidamos. Lo único que le importa es que estemos bien, que estemos contentos, con nuestra consciencia tranquila. Y la experiencia de todos los que tienen a Jesús por amigo, no es negativa, ni se sienten agobiados por un “amigo exigente”; por el contrario, se les ve serenos y siempre dispuestos a vivir la vida con muchísima intensidad, porque con este amigo se tiene certeza de éxito.


 

Preguntas para evaluar comprensión:


1. ¿Para qué sirve rezar? 

2. ¿Por qué reza un católico? ¿Qué le pasa a un católico que no reza

3. ¿Qué maneras de rezar conoces?

4. ¿Qué frutos tiene en mí el hacer oración? ¿Qué pasa si Dios no nos concede lo que le pedimos con nuestros rezos?

5. ¿Se puede ser amigo de Jesús?

6. ¿Le importa a Dios que yo rece?




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